En primer lugar, la víctima de una mordedura de perro tiene un reclamo potencial contra el dueño de ese perro. La ley de Oregón establece que si el dueño del perro sabía, o debería haber sabido, que su perro tenía tendencias violentas o era peligroso, puede ser responsable de las lesiones y los gastos que causó el perro. Algunos se refieren a esto como la regla de "una mordida", lo que sugiere que un propietario no será responsable si es la primera vez que su perro muerde a alguien. Pero esto no es necesariamente cierto, porque un perro puede demostrar que es peligroso tratando de morder a alguien, actuando agresivamente o atacando a alguien sin morderlo. En estas situaciones, el dueño del perro debe saber que el perro es peligroso incluso si nunca ha mordido a nadie. Además, algunas razas de perros se consideran "intrínsecamente peligrosas" y pueden llevar a la responsabilidad del propietario de manera más automática. Finalmente, si no se sabía que el perro era peligroso anteriormente, aún tiene un reclamo potencial, pero será más limitado en cuanto a lo que puede recuperar (por ejemplo, gastos médicos u otras pérdidas económicas que no incluyen dolor y sufrimiento).